Apple gana la guerra de patentes a Samsung

Fuente: Google
 

Como les parece que la empresa multinacional estadounidense Apple, le gana a Samsung la guerra de las patentes. Si señores, imagínense que un jurado de California sentenció a Samsung por haber vulnerado seis patentes de los productos que ya todos conocemos de Apple y condeno a abonar a su rival con 1.050 millones de dólares. 

 

Varios miembros del jurado determinaron en su veredicto que Samsung, la empresa más grande de Corea del Sur, vulneró en 28 de sus dispositivos móviles de las seis patentes por la que había llevado a juicio su rival de California. Una de ella es el pellizco de la pantalla táctil para poder agrandar una imagen, otra es el diseño de los iconos en pantalla y también la forma en la que el dispositivo puede detectar los gestos de los dedos en la pantalla táctil. 

 

La empresa Apple solicito una compensación de 2.500 millones de dólares en concepto de daños por la violación de su propiedad intelectual. Muchos expertos suponían un triunfo de Apple, debido a las potencia de sus argumentos y en especial por la proximidad del juzgado a su cuartel general en Silicon. 

 

Samsung lastimosamente sufrió una “crisis de diseño” y sus ejecutivos pensaron que lo mejor era copiar el tan exitoso dispositivo móvil conocido como el IPhone. Queriendo darles a sus clientes aquello que querían: unos teléfonos con pantallas similares a las de los dispositivos de Apple. Y por lo tanto el jurado redacto un veredicto a favor de la empresa estadounidense. 

 

Sin embargo, Samsung ha vendido unos 23 millones de tabletas y teléfonos móviles equipados con la tecnología que Apple reclama como suya. Una cifra que supone unos ingresos en torno a los 8.160 millones de dólares. 

 

Este procedimiento jurídico por parte de Apple nace por el deseo personal del fallecido Steve Jobs, fundador de Apple, ya que el percibía los dispositivos activados con el sistema Android como un mal plagio de sus productos y se propuso entorpecer su desarrollo con varias demandas ante la justicia. 

Por: María Alejandra Figueroa
Fuente: El Mundo